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Dominica S谩nchez

Espacios fronterizos

Existen pocos artistas con una sinceridad de planteamientos tan acusada que aguanten las sacudidas del panorama actual del arte. Dominica Sánchez (Barcelona, 1945) es una superviviente de todo un colectivo de mujeres artistas que ha trabajado sin desmayo para crear una obra personal, alejada de las modas de cada momento. Su creación –ya sea pintura, escultura o dibujo- se caracteriza per un lenguaje riguroso y austero nacido de su experiencia como hija de la postguerra de los años 1940 y 1950. Una mujer fuerte y apasionada; una artista y una madre que ha luchado a contracorriente para materializar su particular huella, mientras iba redefiniendo sin miedo su obra impregnada de vivencias y experiencias vitales. A diferencia de lo que pueda parecer con una ojeada, su abstracción lírica -que parece realizada a partir de un frío constructivismo de orden arquitectónico- es el resultado de una actitud introspectiva que formula correspondencias vivenciales. La gran característica de la obra de Dominica Sánchez ha sido y es la de buscar la base, mediante una poética de mínimos, con total mesura y exigencia. Este proceso reduccionista afecta también al color, que se ve enmarcado en la monocromía y en el contraste minimizado que lucha entre lo mental y lo sensual, entre la racionalidad y la emoción, en un auténtico equilibrio de bipolaridades. 

El viaje retrospectivo que presenta en la Fundación Privada Espai Guinovart Agramunt, es una nueva apuesta a través de una selección de dibujos y otra de esculturas para aproximarnos a la manifiesta tensión que se produce en su cosmos, siempre en un contrapunto de opuestos: vacío y lleno, recta y curva, transparencia y opacidad, luz y oscuridad. En una convivencia de contrarios: rigor y expansión, análisis y sentimiento, fluidez y estatismo, ocultación y descubrimiento... debaten en un juego de vibraciones. Lugares desocupados, parajes silenciosos a través de los cuales uno tiene la sensación de contemplar la materia espiritual de la realidad. Territorios híbridos por donde transitan la confluencia y la alternancia de miradas distintas, pero complementarias. Periferias, perímetros y umbrales que no solo buscan la posibilidad de entender el territorio, sino también de transformarlo. 

Con sobriedad y desnudez de planteamientos, tanto sus esculturas como sus dibujos valoran la esencia por medio de una poética de mínimos. Una obra desprovista de elementos iconográficos que ha llegado a una tal síntesis formal que los protagonistas son el silencio y la monocromía. Para Dominica Sánchez el dibujo es el vehículo del pensamiento ya que este medio es la manifestación que hace visible la libertad de actuación. Las contraposiciones que plantean las ágiles y ligeras curvas, trazadas en lápiz, y las densas y opacas geometrías componen un espacio sopesado que evidencia sus contradicciones interiores. Fue precisamente el dibujo el que la llevó eventualmente a descubrir las posibilidades de la tercera dimensión. “El cuerpo de mi trabajo consistía en el dibujo y era como dibujar con tijeras y cartón; de ahí iban saliendo las maquetas y así aparecieron las esculturas, como un encuentro con la forma de manera distinta.” Heredera de la tradición de la escultura constructivista, sus volúmenes -que se proyectan en el espacio como si se trataran de dibujos en el aire en hierro negro o lacados en colores- están edificados por medio de estructuras primarias y formas elementales, recreadas a través de un orden en metamorfosis permanente. Valora el vacío no como una ausencia pasiva sino como un espacio generador de energía. 

La exposición Dominica Sánchez. Espacios fronterizos establece un estrecho diálogo con las creaciones de Josep Guinovart; dos artistas de pies a cabeza, dos luchadores natos e inconformistas que siempre han defendido la libertad, así como los valores y los referentes vitales.

Conxita Oliver 
Comisaria de la exposición

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