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Marta Pruna

Morfologías gregarias

Morfologías gregarias

Ya sea en los tapices que genera el musgo o en la disposición en que se presentan las semillas de las plantas, ya sea en la organización social de algunos insectos o en el orden amontonado los supporters de un estadio deportivo, la naturaleza --y, por tanto, también la naturaleza humana-- nos presenta generalmente en estructuras grupales en las que el individuo oscila de forma inevitable entre la identificación en su propia particularidad y la integración gregaria al grupo, entre la reivindicación de su individualidad y la tendencia a una integración aniquiladora.

Es en esta dialéctica, contradictoria y esquizofrénica --que por otra parte tan ha contribuido a llenar los divanes de psicólogos y psicoanalistes-- que se sitúa de forma consciente o inconsciente el trabajo de Marta Ciruela (Barcelona 1970): la elaboración de formas -morfologies-- individuales que se diluyen en estructuras grupales que, en su función de absorción e integración, se convierten gregarias. Es decir: las formas individuales y sus particularidades, aunque patentes, quedan supeditadas al grupo y sólo son reconocidas y reconocibles en función de las exigencias del grupo.

Doctorada en Bellas Artes por la Universidad de Barcelona, ​​donde se formó como escultora, Marta Pruna ha participado desde 1993 en numerosas exposiciones individuales y colectivas y varios simposios sobre arte en Cataluña, Austria, Bélgica, Holanda, Portugal, Suiza , Japón o China.

Desde que en 2001 se instaló en Cervià de Les Garrigues, su vinculación al territorio ha sido progresiva. Su trabajo, esencialmente en piedra y madera, ha desarrollado una contundencia que se manifiesta en el corte abrupto y preciso de la pieza y que remite al primitivismo totémico: "Cada vez, en cada proyecto (...) en una nueva piedra ( ...) vuelvo al origen ", reflexiona, significativamente, en un texto escrito en 2006.

En estas Morfologías gregarias, pero, los Tótem -representación tradicional de la divinitat-- se contextualizan en detrimento de su individualidad, se integran al grupo y forman parte esencial, pierden su identificación particular y se gregaritzen: Los individuos, como los elementos de la naturaleza, ya no son sino en función del grupo y sus rasgos identificadores se someten a la disciplina, las exigencias y las necesidades del colectivo al que pertenecen.

Carles M. Sanuy

 
En ocasión de mi primera visita al Espacio Guinovart decidí comenzar a coleccionar diversos elementos de la naturaleza para estudiar sus posibilidades expresivas y plásticas con la intención de incorporarlos al proceso creativo y quizás llegar exponerlos algún día en este espacio. Es así como surgen los Matacrilats que complementan esta exposición escultórica y en los que se seleccionan varios objetos recogidos en los matorrales de Cervià, que reubica en compartimentos estancos como para atrapar el tiempo, el milagro de un instante de vida. Este es mi pequeño homenaje a Josep Guinovart ya su interés por el paisaje y la naturaleza.

La exposición, sin embargo, se estructura alrededor de una pieza central --el grupo de Escacs-- integrada por diecisiete piezas de gran formato que se presentan aleatoriamente agrupadas con el objetivo de facilitar todo un abanico de recomposiciones que nos acercan al juego, al riesgo y, por tanto, a la libertad; y que en la distancia corta alcanzan dimensiones arquitectónicas, como si fueran edificios que se levantan y detienen el movimiento. A media distancia, predomina la densidad, la masa impenetrable, la concentración deliberada. El color blanco es la luz que se filtra entre las piezas e interactúa como elemento unificador del conjunto. Los contornos y las sombras delimitan la periferia de un espacio esencialmente denso, lleno y cargado.

La trayectoria hasta llegar a esta instalación es básica y coherente. La afición a los grupos comienza hace más de diez años, con las lecturas de Delleuze Berger y W. Benjamin; con el Doctorado y El Erasmus en Frankfurt .. Las influencias de trabajo a Portikus, las críticas de E. Miralles, o Jean-Cristophe Ammann, entre otros. También los dos años de dibujos en el Mozarteum Orquesta de Salzburgo y el Palau de la Música son claves para entender el movimiento en grupo.

El Tren de vida, son las cajas de Metacrilato que vuelan por el espacio. Siempre cuatro, como repitiendo una serie o secuencia donde ningún elemento es igual a los demás y al mismo tiempo se le parece, y donde nuevamente la luz --escolada entre las escletxes-- actúa como elemento unificador. La cera --también blanca-- delata un estado de fragilidad, pureza y espiritualidad que se proyecta también en el color rojo y la impregna. El tren es la conciencia de probabilidades, las múltiples posibilidades de decisión en un montón de mundos paralelos.

Marta Ciruela