Pinturas Nuevamente nos encontramos frente a la obra de Francesc Todó. Una vez más, podemos adentrarnos en su mundo personal constituido por aquellos objetos que le acompañan en su entorno más cercano, especialmente en su estudio representado por el artista más de una vez a lo largo de los años, desde donde, día tras día, conforma su territorio plástico, siempre sereno, de una gran transparencia aparente, pero en realidad tan especialmente íntimo.

La obra reciente de Todó, producto de su bien hacer, y consecuencia a la vez de su conocimiento profundo de las técnicas y los materiales, aflora en medio de su trabajo constante, a modo de escalón en un recorrido que viene de lejos - podemos remontar -nos al menos en las máquinas de los últimos años cincuenta- y que tiene todavía un largo porvenir.

Artista de naturalezas muertas, composiciones formadas por un reducido número de piezas que, sin embargo, adquieren un matiz distinto cada vez, Todó -permítanme utilizar un símil- borda o si lo prefiere, destila las sus sensaciones y sus reflexiones a la vez. Todo ello, presidido por una ejecución meticulosa, autoexigencia del propio pintor para alcanzar su personal hito plástico, es el camino que nos permite ahora acercarnos al universo singular de Francesc Todó, liberado de directrices de época y al margen de imperativos forzados.

Pilar Vélez